Demasiadas juntas directivas son incompetentes cuando se trata del clima
Pilita Clark
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Pilita Clark
Hace poco, estaba en una videollamada con un grupo de empresarios en el que un hombre que una vez dirigió una empresa muy grande dijo algo inesperado.
Reveló que una encuesta de directorios en la que había estado involucrado mostró que solo el 7% de los miembros eran “competentes cuando se trataba del tema del cambio climático”; es decir, que sabían lo suficiente sobre el cambio climático para comprender cómo podría afectar su negocio. Muchos se sorprendieron cuando dijo esto, pero no deberían. La escasez de experiencia sobre el cambio climático en las salas de juntas es aún peor en algunos lugares, según un nuevo estudio del Stern Center for Sustainable Business de la Universidad de Nueva York (NYU).
Cuando sus investigadores revisaron las biografías de 1.188 miembros de los directorios de las 100 empresas más grandes de EEUU, ¿adivinen cuántos de ellos encontraron que tenían experiencia climática específica? Tres. Eso es el 0,2% del total, de los cuales solo el 6% tenía una experiencia ambiental más amplia.
En un momento de creciente demanda de los inversionistas por la acción climática, estos números destacan la gran brecha entre lo que dicen las empresas sobre la reducción de las emisiones de carbono y lo que realmente están haciendo.
Lo que dicen es sorprendente. Desde principios de 2020, el número de las empresas más grandes con un objetivo de emisiones netas cero se ha triplicado a al menos 1.500. Sin embargo, muy pocas compañías tienen un plan detallado para alcanzar esos objetivos, lo cual no es ninguna sorpresa considerando el estado de la competencia climática de las juntas directivas.
Esto podría no importar si el calentamiento global no fuera un problema para las empresas. Sin embargo, los propios ejecutivos globales clasifican el cambio climático como la amenaza social más grave para su negocio durante la próxima década, dice un informe reciente de Deloitte, a pesar de que se espera que la pandemia haga pasar tales preocupaciones a un segundo plano.
Como Larry Fink de BlackRock dijo recientemente: “En marzo, la sabiduría convencional era que la crisis desviaría la atención del clima. Pero sucedió todo lo contrario, y la reasignación de capital se aceleró incluso más rápido de lo que esperaba”.
Los inversionistas en fondos mutuos y fondos cotizados en bolsa (ETF, su sigla en inglés) invirtieron US$ 288 mil millones en activos sostenibles entre enero y noviembre del año pasado, dijo, casi el doble de la suma de todo 2019. Eso es una suma pequeña en un mercado de inversión global valorado en billones de dólares y BlackRock ha sido lento en convertir sus palabras en acciones sobre el cambio climático. Pero Fink tiene razón al decir que “no hay ninguna empresa cuyo modelo de negocio no se vea profundamente afectado por la transición a una economía neta cero”.
Esa es una de las razones por las que dudo que duren los lamentables niveles actuales de alfabetización climática en las salas de juntas.
El estudio de NYU sobre la experiencia de los directorios se basó en las biografías de los directores de 2018 y la autora principal, la profesora Tensie Whelan, me dijo que no había visto señales de cambios significativos desde entonces. Sin embargo, tenía esperanzas, en parte debido a lo que está sucediendo en grupos como ExxonMobil.
Hace poco se supo que el grupo petrolero estaba considerando cambios en la junta directiva después de conversaciones con inversionistas activistas que dicen que la compañía necesita actualizarse para colocarse en una base financiera más sostenible.
Los cambios en los directorios probablemente no terminarán ahí. El estudio de la profesora Whelan también muestra que las empresas más expuestas a riesgos ambientales, sociales y de gobernanza más amplios a menudo carecen de directores con experiencia en criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG). Sin embargo, las juntas se enfrentan a una presión cada vez mayor para actuar sobre otro tema urgente de nuestro tiempo además del cambio climático: la desigualdad social.
El Covid ha revertido años de avances en la guerra contra la pobreza y la pandemia está lejos de terminar. Esa es una de las razones por las que el grupo de bienes de consumo Unilever acaba de anunciar un nuevo tipo de objetivo: para 2030, dice que solo tratará con proveedores que paguen un salario o ingreso digno.
“Cuando se trata del cambio climático, hemos llegado al punto de inflexión”, dice Leena Nair, directora de recursos humanos de Unilever. Las empresas saben que tienen que actuar. Pero el Covid ha hecho que la brecha entre ricos y pobres sea demasiado grande para ignorarla, agrega. “Necesitamos que cada vez más empresas se comprometan”. Creo que tiene razón. Pero muchas de esas empresas también necesitarán un directorio que sepa qué tipo de acción se debe tomar.